LOS BOMBEROS ¿NO SE
PISAN LAS MANGUERAS? (2)
Jaime Muñoz Mantilla
El Presidente Rafael Correa se opone a la firma de un Tratado
de Libre Comercio con los EEUU de Norteamérica. El rechazo a este tipo de
tratados se sustenta en la evidencia de su carácter asimétrico, ley del embudo
en que de la parte ancha disfruta el país primermundista. En la evidencia, además, de que los
intercambios comerciales de un grande con un pequeño parten, invariablemente,
de los subsidios que el estado poderoso concede a sus agricultores. Venden, así, sus productos al país pequeño,
incapaz de competir con precios fruto de un virtual dumping, resultado de lo
cual, quiebran los pequeños agricultores del país tercermundista. Méjico es ya
víctima del NAFTA firmado con EE.UU. y Canadá, lo son los campesinos y
agricultores colombianos, país que firmó, junto con el Perú, un “acuerdo
comercial” (léase un TLC) con la UE. Entonces, ¿por qué el presidente de la
“revolución ciudadana” se empeña en firmar uno con la Unión Europea? Pretende
él explicarlo porque ése supuestamente no es un TLC. Es, afirma, un acuerdo comercial. El eufemismo es usado profusamente para
justificar la quiebra. Como en otros
ámbitos de su gobierno, uno es el discurso, otra la práctica. El Acuerdo
Comercial con la UE es un tratado de libre comercio, tan inequitativo y
atentatorio a la soberanía alimentaria de nuestro país y a su soberanía
política, como el TLC con EE.UU., rechazado por la movilización activa de las
bases sociales ecuatorianas desde años atrás.
O más. Y es bueno recordar que
las negociaciones entre el coloso europeo y el pequeño país bananero y ex
petrolero transcurrieron en el más absoluto secreto, y que ocasionó el rechazo
aun de funcionarios de la propia cancillería.
Kinto Lucas, ex vicecanciller dio un paso afuera debido a estas
quiebras.
Los bomberos, que se pisan las mangueras entre sí, se coluden
cuando van en pos de los mismos objetivos, por eso el banquero Lasso felicitó a
Correa por la firma del TLC con Europa.
Se coluden, también, cuando hay que apagar los incendios revolucionarios.
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